Hablemos de actitud
Recuerdo la película de Woody Allen, Hannah y Sus Hermanas, donde el protagonista sale de la consulta del doctor, quién le aseguró que no tenía el cáncer que él creía tener. Luego de unos instantes de correr por el Central Park y festejar su no enfermedad, regresa a su patrón de pensamiento y piensa algo así: “Si el médico se equivocó o no me dijo la verdad, es porque sabe que voy a morir, por ende, tengo razón. ¡Me voy a morir!”.
Cuántas veces nos asemejamos a este personaje y nos anclamos a actitudes negativas e infectivas… Tomamos piezas de información y las acomodamos armando una historia que reafirma nuestros propios patrones de pensamiento. Como la profecía autocunplida generamos nuestros propios mundos para dar certeza de nuestras creencias (y también a nuestros prejuicios…)
Si nos detenemos a observar a la persona que más admiramos en el trabajo o en cualquier otro ámbito, lo que resalta en la gran mayoría son ciertas cualidades actitudinales. De la misma manera, podemos preguntarnos qué importancia tiene la actitud en el éxito de un ejecutivo o en su fracaso. Está claro que sin conocimientos técnicos no es posible acceder a ciertas posiciones, pero la actitud positiva es un pilar de la efectividad.
La actitud marca una diferencia porque se refiere a la manera en que nos paramos ante las circunstancias más o menos favorables, problemáticas o desafiantes. Las personas con actitud positiva son golpeadas por la vida, se reponen con más rapidez y logran fortalecerse.
Sólo para traer un ejemplo (y tal vez aportar a la polémica) me viene a la mente alguien al que considero un caso a destacar en este sentido y es el futbolista Martín Palermo, quien a sus 37 años y a punto de concluir su carrera, se entrena y esfuerza con una mentalidad y actitud características de alguien que, con un gran futuro por delante, recién se inicia.
¿Qué factores ayudan a tener y mantener una actitud positiva? ¿Es un futuro lleno de promesas, o de mejoras? ¿Es la posibilidad de progreso u oportunidades? El Instituto Carnegie analizo los registros de 10 mil personas y concluyó que el 15 % del éxito se debe a la capacidad técnica y el 85 % a la personalidad, y el principal rasgo de la personalidad identificado en la investigación es la actitud.
Ahora bien, ¿La actitud se puede cambiar? ¿Se puede aprender a vivir con una filosofía positiva ante la vida? ”No vemos el mundo como es, sino vemos el mundo como somos”, dice el Talmud. ”No podemos saber cuántos años viviremos, pero sí podemos elegir cuánta vida poner en esos años”. La clave está en la poderosa interpretación de las circunstancias que nos tocan enfrentar, y como toda interpretación es por definición subjetiva y nos pertenece, entonces somos 100 % responsables de nuestra actitud frente a las circunstancias que nos tocan vivir.
En el mundo de los negocios un ejemplo de actitud que me sigue produciendo admiración es el de Steve Jobs, como lo relata en el famoso discurso de graduación en la Universidad de Stanford:
¿Cómo se puede ser despedido de la empresa que uno inicio?
Pues, a medida que Apple crecía contratamos a alguien que yo pensaba que era sumamente talentoso para dirigir la empresa conmigo, y durante el primer año o más las cosas anduvieron bien. Pero luego nuestras visiones acerca del futuro comenzaron a diferir y eventualmente tuvimos una disputa.
Al tenerla, nuestro Directorio lo apoyó a él. Así que a los 30 estuve afuera. Y bien afuera.
Aquello en lo que me había concentrado durante toda mi vida adulta había desaparecido, y fue devastador.
Realmente no supe qué hacer durante unos pocos meses. Sentía que había decepcionado a la anterior generación de emprendedores – que había soltado la batuta mientras que me la estaban pasando. Me reuní con David Packard y Bob Noyce y traté de disculparme por haber echado a perder las cosas de tal manera. Yo representaba un fracaso público muy importante, y hasta pensé en retirarme del valle.
Pero poco a poco empecé a darme cuenta que todavía amaba lo que estaba haciendo. El curso de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso para nada. Había sido rechazado, pero aún amaba lo mío. Así que decidí empezar de nuevo.
No me dí cuenta entonces, pero resultó que el hecho de haber sido despedido de Apple fue lo mejor que me pudo haber pasado. El peso del éxito fue reemplazado por la facilidad de convertirme en un principiante una vez más, con menor certidumbre acerca de todo. Me dio rienda suelta para ingresar en uno de los períodos más creativos de mi vida. Durante los próximos cinco años, inicié una empresa llamada NeXT, otra empresa llamada Pixar y, me enamoré de una maravillosa mujer que se convertiría en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por computadora en el mundo, Toy Story, y en la actualidad es el estudio de animación más exitoso a nivel mundial. En un giro destacado de acontecimientos, Apple adquirió NeXT, volví a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT está en lo más recóndito del renacimiento actual de Apple. Y tenemos, Laurene y yo, una maravillosa familia juntos. Estoy seguro de que nada de esto hubiera pasado de no haber sido despedido de Apple. Fue un trago amargo, pero creo que el paciente lo necesitaba.
A veces la vida golpea en la cabeza con un ladrillo. No pierdan la fe. Estoy convencido de que lo único que me mantenía en curso era que amaba lo que hacía.
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El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. El líder arregla las velas.
Escrito por Víctor Raiban para Puerto Managers con aportes de Andrés Ubierna para
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