En busca del sentido a nuestro trabajo

En busca del sentido a nuestro trabajo

“¿Nos puede dar su consentimiento para desconectar la máquina que contiene sus signos vitales?, me preguntó la neuróloga. Según su abogado usted es el mejor amigo y no pudimos encontrar a ningún familiar.

Mientras asumía lentamente la importancia de lo que me acababa de decir, observé con el entrecejo del ojo a un hombre con sobrepeso y con bata de hospital. Había comenzado a recolocar los cuadros de las paredes. Lo había hecho el día anterior.

Entiendo que lo deba pensar, me dijo la neuróloga, ante mis ojos vidriosos.

Sigo observando al enfermero que hace su trabajo y le pregunto: ¿Me permite que le pregunte que está haciendo?.

Mi trabajo, soy enfermero de esta planta. Traigo reproducciones de fotos y cuadros nuevos todas las semanas. Soy el responsable del estado de la salud de los pacientes. Como el señor Miller no ha despertado desde que lo ingresaron, quiero asegurarme de que cuando despierte observe cosas bonitas a su alrededor.”  ( del libro de Martin Seligman La Auténtica Felicidad).

Hay tres tipos de vínculos con lo que hacemos para ganarnos la vida: el primero es el trabajo, el segundo la carrera y el tercero nuestra vocación.

Fluimos cuando perdemos la noción del tiempo y  hacemos algo con cierto grado de dificultad y de mejora. Es como si quedáramos absortos, escuchando una pieza de música clásica, y lo único que nos mueve, es nuestra sensación de lo que hacemos es lo más importante. Nos concentramos en ello y el tiempo no pasa, se detiene, las horas son minutos y quedamos suspendidos, flotando. ( del libro Fluir de Mihalyi Csikszentmihalyi)

¿Cómo podemos lograr fluir con lo que hacemos en el trabajo?

Veamos la definición de vocación,  está viene del latín vocatio, que quiere decir la acción de llamar.

Para el filósofo Lukács el trabajo es un instrumento, porque permite “el pasaje en el hombre que trabaja del ser meramente biológico al ser social”. Como tal, el trabajo es instrumento de fundación histórica del ser, porque exterioriza las cualidades de este ser en formas nuevas y originales. El trabajo es la actividad a través de la cual no sólo un objeto viene a ser, sino también el sujeto que trabaja asume una nueva determinación del ser. Este poder de transformación ontológica de la categoría lukacsiana de trabajo la hace una suerte de principio. Luckács lo ha llamado la ontológica del ser social, cuya expresión es el trabajo.

Nuestro espíritu o destino nos llama a hacer algo en esta vida. ¿Tenemos todos un destino o misión para cumplir?

Si estamos llamados para hacer algo, lo primero que debemos hacer es estar atentos con nuestro diálogo interno y ser conscientes de lo que queremos. Estar atentos y prepararnos a ese llamado es un acto de liderazgo personal, es un llamado del alma a dar una expresión a nuestra vida.

Es el  pincelar de un pintor a un cuadro, cuando  atiza los colores de acuerdo a los matices de lo que está sintiendo y lo expresa.

No todo el mundo trabaja en lo que desea. Sólo un porcentaje muy pequeño de la población desarrolla esta posibilidad, la vocación se puede desarrollar dando sentido a lo que hacemos.

Cuando ese sentido, deviene de los valores trascendentes, no hay trabajos menores e insignificantes. Hay gente feliz haciendo de su vida una experiencia enriquecedora.

Cuando lo que hacemos, no nos ayuda a ser felices, podemos hacer dos cosas al respecto: trabajar para buscar el sentido  y diseñar la posibilidad de prepararnos para hacerlo en un futuro. Hacer un plan a mediano plazo para lograr trabajar en lo que nos llama nuestra vocación.

Pablo Neruda en una de sus tantas poesías nos dice “Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron superarse. Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

No olvides que la causa de tu presente, es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente”.

Escrito por Victor Raiban