El autismo del lider
Gary Hamel inspirado en las declaraciones del Papa Francisco en un articulo publicado en abril del 2015 en la Harvard Business Review, clasifica y enumera 15 enfermedades del liderazgo:
1.- La enfermedad de pensar que somos inmortales, inmunes o de alguna forma indispensables.
2.- Otra enfermedad es el excesivo “busyness”(operosidad). Afecta a los que están inmersos en el trabajo y se niegan la oportunidad del descanso, conduce al estrés y a la agitación”
3.- Luego está la enfermedad mental y (emocional) de la “petrificación”. Hamel alude a los líderes de corazón de piedra, “aquellos que con el tiempo pierden su serenidad interior, ya no están alertas ni son desafiantes, y se esconden bajo una pila de papeles, convirtiéndose en administradores de papeles y no en hombres y mujeres de compasión. 4.- La enfermedad del excesivo planeamiento y funcionalismo.
5.- La enfermedad de la pobre coordinación.
6.- Está también la enfermedad del “Alzheimer en el liderazgo”. “Consiste en perder la memoria de los que nos nutrieron, fueron nuestros mentores y nos apoyaron en nuestro camino”
7.- La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria.
8.- La enfermedad de la esquizofrenia existencial. De los que viven una doble vida concreta”.
9.- La enfermedad del chisme
10.- La enfermedad de idolatrar a los superiores.
11.- La enfermedad de la indiferencia con los otros.
12.- La enfermedad del rostro abatido.
13.- La enfermedad del acaparamiento. Del líder que trata de llenar un vacío existencial acumulando bienes materiales para sentirse seguro
14.- La enfermedad de los círculos cerrados.
15.- Finalmente: la enfermedad de la extravagancia o el exhibicionismo.
Me tomo la licencia de desafiar esta clasificación y reducirla a una: El Autismo del líder. ¿Qué es autismo? El autismo es trastorno psicológico que se caracteriza por la intensa concentración de una persona en su propio mundo interior y la progresiva pérdida de contacto con la realidad exterior.
La clasificación de Hamel tiene en todas ellas el líder una alta concentración en sí, y una progresiva pérdida de contacto con el mundo exterior. La falta de empatía y escucha son los síntomas, y las causales de esta enfermedad, autismo del líder, la podremos reducir en dos: El exceso de acumulación de poder y control y el ego desmedido.
La buena noticia es que este autismo puede ser tratado y curado. El rigor de prevención debiera ser las organizaciones, que a veces, muy lejos de tener esta intención, la fomentan y la potencian como creencia metodológica que son efectivas.
Reconocer al autismo como posible afección del liderazgo está en el circulo del ápice estratégico . No hay autistas organizacionales, si no tuviesen los contextos idóneos para el desarrollo de esta enfermedad. Plantearlo es de buena praxis. Sólo resta que los tomadores de decisión planteen nuevas formas de soluciones.
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