La confianza como acto de consciencia
¿Qué es la confianza? ¿Cuándo sentimos que confiamos en otra persona? ¿Cómo lo sentimos?
Como dice Jack Welch, ex presidente de General Electric, “lo sabes cuando lo sientes”, vale decir, se tiene o no se tiene confianza en alguien, es así de sencillo. Lo sentimos en nuestras entrañas. Cuando opinamos que alguien nos ha traicionado, aumenta nuestras encimas del cortisol y la adrenalina. Experimentamos enojo, dolor. Nuestro lóbulo izquierdo se ve afectado. Tenemos un efecto en nuestra neurobiología.
Sentimos confianza en alguien que tiene una historia de cumplimientos, es capaz de generar acciones concretas y que dice con los hechos lo que sostiene con sus palabras, es decir, es íntegro.
¿Qué esta sucediendo a nivel mundial con la confianza?
Creemos firmemente que tenemos una crisis de confianza en muchas sociedades en el mundo. Así lo revela en un estudio del 2005 el sociólogo David Halpern que revela que, en los Estados Unidos, sólo en un 34 % los norteamericanos confían en sus pares. En Latinoamérica asciende a 23 %. Observando una caída drástica del valor de la confianza en Inglaterra, donde hace cuatro décadas había un índice del 60 %, y hoy vemos sólo un 29 % de confianza entre los ingleses.
¿Qué sucede en las organizaciones?
En una encuesta de Watson Wyatt del 2005, nos dice que sólo el 51 % de los trabajadores confía en los altos directivos, sólo el 36 % cree que los líderes actúan con honestidad e integridad.
La confianza reduce los costes en los negocios. Logra mayor rapidez en concretar acuerdos. Menores gastos de intervenciones de abogados. La confianza aumenta el caudal y flujo en la comunicación abierta. A mayor confianza, mejores resultados. Mayor impacto positivo en las relaciones.
Como dice Tom Peters “pregúntese a si mismo sin piedad, ¿Transmito confianza?,¿Huelo a confianza?”
Veamos el mecanismo de aquellos que con sus actos, generan quiebres de confianza. Cuando hacemos algo que no está de acuerdo a los valores éticos universales, ¿pensamos en que estas acciones no tendrán consecuencias?
Concretamente, ¿tendemos a la negación misma y a la elusión de la responsabilidad, cuando violamos con nuestra conducta la confianza depositada en nosotros?
Cargamos en el afuera y nos expiamos de la culpa que generan nuestras acciones.
Nos justificamos y nos victimizamos, tendiendo a preservar nuestra imagen.
Somos lo que hacemos, nuestros hechos hablan de nuestros valores.
¿Por qué nos sentimos mal cuando somos descubiertos en un hecho que atenta con estos valores universales?, ¿Sólo por la mirada y opinión del otro nos afecta, o es el acto en sí mismo que nos concientiza de nuestra responsabilidad?
Si antes de realizar un acto violatorio a nuestra esencia, a nuestro código ético, pudiéramos tener la consciencia de darnos cuenta de donde viene este acto. Si es desde el ego o desde la libertad de discernimiento, responderíamos a las consecuencias de los resultados de estos actos. Nos haríamos cargo de los mismos.
Seguramente nos ahorraríamos muchos intrincados y malestares que afectan nuestras relaciones y nuestros estados de ánimo.
Como digiera Albert Einstein; “Cualquiera que no sea cuidadoso con la verdad en los asuntos pequeños, no es digno de confianza en los asuntos importantes”
Por más mínimo que sea nuestro proceder, cuidar las formas y las consecuencias es un acto de liderazgo personal, que nos trasciende para convertirse en nuestra identidad.
Somos lo que hacemos…y lo que pensamos.
Nuestras acciones y actitudes forjan nuestros comportamientos, estos nuestro carácter. Si podemos cuidar nuestras acciones, nuestros pensamientos, moldearemos un carácter que esté acorde a nuestros valores.
El precio de la coherencia es el camino a la libertad. Ser coherentes, nos hace dignos, nos hace fuertes.
Como dijera la ex presidenta de Xeros Anne Mulcahy “Quién eres, cuáles son tus valores, qué representas….Son tu ancla, tu norte. No vas a encontrarlo en ningún libro; lo encontrarás en tu alma.”
Escrito por Victor Raiban
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