La frustración como motor vital

La frustración como motor vital

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La frustración es una percepción de la distancia entre lo que yo deseo y lo que realmente está pasando. O cambio mi deseo y la adecúo a mi realidad o intervengo en lo que está ocurriendo. Es un coste opcional de término incierto. Puede durar un periodo de tiempo o toda la vida.

Vivir frustrado puede ser un sobrepeso a mi alma. Desatar los nudos de mis expectativas depende de mi habilidad para pensar en nuevas estrategias.

Los exitosos son intolerantes ante la frustración. La viven como energía motora vital.

¿Cuánto dolor pueden aguantar ante los hechos de frustración?

Toda la vida, pero no le pesa a su alma. Les duele la frustración pero no por ella dejan de ser creativos e innovadores ante la adversidad.

¿Acaso Steve Jobs no se frustró cuando lo echaron de Apple en su primera época?

Ante los mismos hechos desafiantes y problemáticos las personas reaccionan de diferente modo ante la frustración.

La aversión neurótica de no sufrir decepciones o fracasos nos puede llevar a desertar proyectos, relaciones, o trabajos que son en cierta medida valorados por nosotros.

En su libro “Start With Way” Simon Sinek, relata el abandono en el proyecto de volar en una aeronave por primera vez por unos científicos que tenían más dinero y más apoyo que los hermanos Wright. Su nombre fue olvidado por la historia aeronáutica sencillamente porque ellos se propusieron ser los primeros y abandonaron este proyecto a medio hacer, defraudando a sus inversionistas y no dándose la oportunidad de mejorar con avances  lo hecho por los hermanos Wright.

¿Cuántas veces nos vimos frustrados y abandonamos lo que empezamos?

Como parte de una prueba que se realizó a niños de 5 años, se les entregaba un caramelo con la consigna de no comerlo por un tiempo (parte del juego consistía en que si no comían el caramelo obtenían otro como recompensa).  A esos niños se los siguió analizando como alumnos y se comprobó que de todos los niños que participaron aquellos que pudieron abstenerse de comer el caramelo fueron mucho mejores alumnos que los niños que sí lo comieron.

La diferencia para tolerar la frustración y que el alma no nos duela es darle sentido a lo que hacemos, no cómo, ni qué es lo que hacemos, si no para qué hacemos lo que hacemos.

Los grandes creativos, los innovadores, tienen un sentido de la contribución de valor que aportan a la humanidad. Su propósito los lleva a correr riesgos porque saben que hacen la diferencia.

¿Qué importancia tiene fracasar cien veces, si el último intento es la máxima expresión de la perfección?

La perfección viene de nuestro más profundo ser, es la obra de arte más bella que re significa para qué hacemos lo que hacemos y qué le queremos transmitir al mundo con nuestra obra.

Amor por lo que hacemos, amor por lo que estamos siendo, pasión por hacer, belleza de ser.

Es como los hijos, pueden fallar cien veces pero no por eso no les soltaremos la mano, porque son los hijos más bellos y amados para nosotros.

Una y otra vez perseguir nuestra perfección es volar y sentir que somos libres para hacerlo. Es lograr volver de nuestro fracaso para intentarlo una y otra vez más.

Amar nuestros proyectos, nuestros equipos de trabajo, es elegir cómo queremos estar en este mundo.

Escrito por Victor Raiban

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