La banalidad del mal / la mordedura del vampiro

La banalidad del mal / la mordedura del vampiro

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“ Mi lealtad es mi honor, sólo cumplía órdenes”, fue el argumento que usó  Otto Adolf Eichmann, para justificar su incapacidad de pensar y su condición de mediocridad para ser un burócrata.

Él cumplía órdenes, no se cuestionaba, si estaba bien o mal. Si era justo o no. Su preocupación era hacer cada vez mejor su trabajo, es decir llevar en forma más eficiente a más personas a los campos de concentración en menor tiempo.

Encontramos en las organizaciones a ejecutivos que no se plantean cuestiones éticas cuando su jefe les ordena, cometer hechos contra sus principios. Lograr los objetivos en algunas organizaciones con jefes psicópatas, ¿pueden plantear banalizar el mal y dejar de ser seres pensantes para convertirse en meros ejecutores de políticas mezquinas o perversas?

La imposibilidad de pensar para actuar como víctima de un sistema, es la propia mordedura del vampiro, que nos convierte en vampiros. En cosa-objeto, en la nada misma. En camaradas de jefes inescrupulosos que a partir de la pseudo-fidelidad a la corporación nos llevan a la propia desnaturalización de nuestro propio ser.

Tan cierta es esta teoría que la avalan dos investigaciones: la de Milgram (1961-1974 ) donde en nombre de la ciencia los participantes descargaban, a pesar de la súplica de una víctima ( un actor que se prestó a la investigación), las más crueles descargas eléctricas.

La segunda investigación es la de la cárcel en la universidad de Stanford, año 1971,  donde los participantes eran divididos en guardias y prisioneros. En esta investigación se pudo comprobar la despersonalización de los participantes hasta convertirse en los personajes de ficción.

Desde este pensamiento, el mal no puede ser banal o radical al mismo tiempo. El mal es una realidad extrema y sólo el bien es consciente y radical. Teoría que fue desarrollada por Hanna Arendt, filósofa judía-alemana, que cubrió el juicio a Eichmann en Jerusalem.

Podemos estar de acuerdo o no con esta teoría que nos dice que la personase convierte en cosa, en objeto, incapaz de pensar. O  desde otro lugar en que somos seres con conciencia y   libre albedrío. Aún eligiendo el no pensar y hacer este daño a beneficio de “ cumplir ordenes”.

Lo que s no podemos dejar de tener en cuenta son las consecuencias de este tipo de conductas.

Observamos en las organizaciones, que los jefes maltratadores y psicópatas dan lugar al efecto imitación. Se convierte en la cultura organizacional. En estas culturas, cuando un reporte es maltratador es mirado como un buen reporte que cumple las pautas explícitas o no de su jefe.

Por tal motivo, llego a la conclusión de que más allá de las raíces del mal, si son banales extremas o conscientes, el resultado es contundente: empresas con malos climas y gente intoxicada y maltratada.

Es responsabilidad de los que tengan el poder real -Directores, accionistas- en delegar y nombrar a Ceos o gerentes con la capacidad de liderar desde la conciencia y los valores éticos y humanos. Evitaremos vampiros que roben la felicidad de los empleados

Por Víctor Raiban

 

 

 

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