El dilema ético de preservar nuestra imagen

El dilema ético de preservar nuestra imagen

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¿Ud. Se vio tentado alguna vez a decir que NO pero terminó diciendo que SI?

¿Por qué nos vernos tentados en decir que SI pero en realidad queremos decir que NO?

Son muchos los ejecutivos que en los encuentros de coaching declaran como brecha de aprendizaje el poder decir que NO a los pedidos de sus jefes.

Veamos el impacto que tiene esta inconsistencia que reflejamos cuando decimos una cosa pero con nuestros actos afirmamos otra.

En el marco de los acuerdos, y negociaciones, como así también en las coordinaciones de acciones  tenemos como objetivo lograr los resultados deseados. A través de esta cadena de coordinación podemos ofrecer servicios o bienes que generan la satisfacción de necesidades. Comprar, vender, delegar y gerenciar nacen a partir de las conversaciones de compromisos.

La plataforma de valores que sustenta los compromisos son la confianza, la integridad y la responsabilidad.

Atenernos a escuchar un NO es tan importante a escuchar un SI. Deviene de un cultura subvaluada la falsa creencia que decir o escuchar un NO es un disvalor.

La palabra ética en griego ethicus, quiere decir carácter. Decir que NO es ético, por lo tanto, forjamos el carácter para ser un poco más éticos con nuestros compromisos.

Es preferible tener un NO contundente que creer que tenemos un SI tranquilizante.

Veamos qué consecuencias tenemos cuando los ejecutivos dicen SI pero es un NO:

pérdida de confianza, dinero e imagen publica son algunos de los daños ocasionados por este proceder.

Es asombroso ver aquellos ejecutivos que quieren defender su imagen pública y para ello dicen SI cuando NO pueden cumplir y terminan vulnerando lo que quisieron cuidar: Su excelencia profesional. Obtuvieron lo inverso, al no cumplir, dejan de lado su imagen de confiables y pasan a estar en el grupo de prometedores profesionales, los eternos incumplidores.

¿Cómo podemos salir del laberinto de ser prometedores profesionales?

A través de una terapia podremos analizar de donde viene esta dificultad. Posiblemente de aquel niño que lucha por sobrevivir y preservar el amor de sus padres, y no desea ser un mal hijo. Sólo lucha por obtener reconocimiento, amor

Aprender a negociar. A concretar microresoluciones. Decir SI pero con objeciones, alcanzando pequeños acuerdos puede ser el ejercicio inicial a esta problemática.

Vulnerar un acuerdo, entregar a destiempo un compromiso es afianzar que mi palabra, mi conducta son poco cristalinas. Cuando esta costumbre se institucionaliza queda en un marco formal la cultura del prometedor profesional.  En estas organizaciones, no se sabe a qué atenerse. Se gasta tiempo y energía en reclamos inefectivos.

Se toma como regla la justificación y la cultura de la víctima, echarle la culpa a otro es un síntoma sistemático de los prometedores profesionales.

Negociar, decir que NO, comprometerse con lo que SI se puede ; cuidar los resultados son algunos de los procesos que forman parte de los equipos de alto desempeño.

Sólo promete lo que SI puedas cumplir, y elabora un buen argumento para decir un NO.

Son actos de buena praxis organizacional, facilita el estándar de excelencia en los equipos. Ser consciente de los perjuicios de nuestro mal proceder es un acto estricto de liderazgo.

Escrito por Víctor Raiban

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